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Nota de opinión por Juan Rousselot

01.05.21 08:38 PM Por J. Rousselot

¿Hasta cuándo vamos a tener restricciones y encierros injustificados? Ni el mensajero ni el mensaje justifican tales atropellos a las libertades, a los derechos básicos de los ciudadanos.

Desde hace muchos años en nuestro país se toman decisiones con argumentos subjetivos, es decir, sin datos concretos que justifiquen tales decisiones, tenemos muchos ejemplos de construcciones de relatos que se van transmitiendo o imponiendo a la sociedad sin ningún tipo de respaldo fáctico.


El año 2020, comenzó de una manera muy particular para toda la humanidad, se anunciaba una realidad que pocas veces se había visto a lo largo de toda la historia de la civilización: se pronosticaba una pandemia inminente que dejaría, como saldo, la pérdida de millones de vidas humanas. La organización mundial de la salud  informaba sobre una nueva cepa del coronavirus, el COVID-19, un virus con una elevada tasa de contagio y un índice de mortalidad alarmante. Ante esta nueva realidad, el gobierno argentino pasó de negar que la pandemia iba a llegar a nuestro país a implementar restricciones absolutas a la producción y circulación, cercenando derechos básicos a los ciudadanos, lo que después fue la cuarentena más larga del mundo, justificando esas decisiones con el objetivo de equipar el sistema sanitario - un sistema deficiente y colapsado desde hace muchos años en nuestro país - .


Nuestro sector del turismo, hotelería y gastronomía fue uno de los más afectados.En nuestra provincia de Córdoba cerraron cientos de establecimientos gastronómicos, más de 100 hoteles dejaron de funcionar, cerraron los comedores de escuela, adultos mayores y el PAICOR, dejando de servir las viandas calientes a los niños, jóvenes carenciados y ancianos. Hemos perdido miles de puestos de trabajo.


El mensajero - el Gobierno Nacional - pasó de negar la pandemia a asumir la elevada tasa de contagios; En agosto del 2020, el Presidente anunciaba la firma del contrato con AstraZeneca por el cual íbamos a adquirir  22 millones de dosis que se iban a entregar en el primer semestre de este año; En diciembre del año pasado, el Presidente y el ministro de Salud anunciaron la firma del contrato con el Fondo Soberano de la Federación Rusa, para la adquisición de la vacuna Sputnik V - provisión de vacunas rusas para la Argentina - asegurando que en “Argentina se podrán vacunar contra COVID-19 a 10 millones de personas entre enero y febrero”, esto tampoco sucedió, comenzamos el mes de mayo y recién se aplicaron 7,017,279 de dosis, según datos oficiales. Ante la escasez de la llegada de las vacunas, el gobierno difundió que era suficiente para la inmunización la aplicación de una sola dosis y no de dos, luego se desdijo. Se anunció un sistema transparente para aplicar las dosis a los sectores más vulnerables, luego se conoció un sistema paralelo - impulsado por el mismo estado - que aplicaba las dosis a un grupo privilegiado - militantes, amigos y socios políticos -, la operación la dirigía el mismo Ministro de Salud Gonzalez García con sus Secretarios, en el Ministerio de Salud de la Nación. ¿Es creíble el mensajero y realmente quiere preservar la vida de los ciudadanos?¿o tiene montada una gestión basada en la pandemia? para ocultar una gestión deficiente, con datos catastróficos en áreas como la salud, economía, educación, producción, trabajo y bienestar social? y gastar el dinero público sin procesos regulares de contratación, ejecutando compras directas justificadas por la urgencia del COVID-19.


El mensaje - un virus fulminante, el COVID-19 -. Los datos respecto de la mortalidad en casos de contagios de coronavirus, no son solamente cambiantes, sino frustrantemente poco confiables: al día de hoy, no hay parámetros válidos que permitan definir tasa de mortalidad y letalidad, ¿fallecidos con COVID-19 o por COVID-19?. Definitivamente no tenemos pronósticos sólidos, somos el país que menos testos hace por millón de habitantes, por ende tuvimos una “baja tasa de contagios”; En los últimos meses se han incrementado los testeos y eso llevó también a un “crecimiento” de los positivos. Según datos oficiales al día de la fecha llevamos 61,644 fallecidos contra un total de 2,860,884 de casos, es decir, un índice de supervivencia del %97,84, si tenemos en cuenta que pese al incremento de testeos estos siguen siendo muy bajos por millón de habitantes, es decir, tenemos muchos más positivos que los que detectamos, ese índice de supervivencia es aún más alto. Los pocos datos que se muestran sobre la cantidad de camas en terapia intensiva son incompletos, ¿cuánto estaba ese indicador de ocupación previo a la pandemia? en un país con un sistema de salud deficiente y al límite desde hace muchos años.


Según el último informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS), a nivel mundial, 7 de las 10 causas principales de defunción en 2019 fueron enfermedades no transmisibles. Estas 7 causas representaron el 44% de todas las defunciones, o el 80% del total de las 10 causas principales. No obstante, el conjunto de las enfermedades no transmisibles representó el 74% de las defunciones en el mundo en 2019. Sobre el COVID informó que se ha puesto de relieve la importancia de que los países inviertan en sistemas de registro civil y de estadísticas vitales que permitan el recuento diario de las defunciones, y orientar las labores de prevención y tratamiento. También ha puesto de manifiesto la fragmentación inherente a los sistemas de reunión de datos en la mayoría de los países de ingresos bajos como el nuestro, donde las instancias normativas todavía no saben con certeza cuántas personas fallecen y por qué motivos. 


Por otro lado, la argentina registró en marzo la segunda inflación más alta de América Latina, solo superada por Venezuela, los sectores productivos están en baja, empresas que se van del país, los trabajadores del sector privado han pagado y sufrido las consecuencias a las medidas adoptadas por el gobierno, especialmente nuestro sector.


¿Se justifican las restricciones impuestas, atropellos a las libertades, a los derechos básicos de los ciudadanos? si analizamos la poca credibilidad del mensajero y la realidad del mensaje - la pandemia - claramente no. Basta de restricciones. En el día del trabajador, los trabajadores - que somos el motor del país - queremos trabajar y circular libremente.

Juan Rousselot
UTHGRA Córdoba

J. Rousselot

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