En el día de ayer, Juan Rousselot encabezó una reunión con delegados de la Seccional, lo acompañó Cristian Ruiz Caballero referente de toda el área gremial. La representación gremial en los establecimientos viene creciendo de manera constante desde que Juan Rousselot se puso al frente de la Seccional, en un trabajo sin precedentes, gracias también al compromiso y gestión del área que aporta el Cro. Cristian Ruiz Caballero.
En la reunión Juan Rousselot repasó qué significa ser Delegado, para qué sirve y por qué serlo:
El delegado es un trabajador que representa a sus compañeros ante el sindicato y ante el empleador, también representa al sindicato en la empresa, por lo tanto es clave en la organización de los trabajadores. La tarea del delegado es, seguramente, una de las posiciones de representación más importante, estimulante y exigente en el conjunto de los trabajadores organizados, porque está en la primera línea defensa de los derechos de sus compañeros por un trabajo digno y una remuneración justa. El delegado es la persona que sus compañeros ven todos los días en el lugar de trabajo. Otro rol que lo destaca es su calidad de corresponsable en la confianza que se establece entre los trabajadores y el sindicato. Las opiniones que pueden tener los compañeros sobre la organización gremial -efectividad, organización, calidad, representatividad y transparencia- se basan en gran medida en la actuación del representante de base. La fuerza del sindicato es producto de su trabajo decidido y constante en el desempeño de su tarea como dirigente, organizador, comunicador, representante, enlace, educador y protagonista en los conflictos y en las soluciones.
El delegado es un artesano de las relaciones laborales en los espacios de trabajo. Debe saber de la importancia de su labor tanto como divulgador o docente, ya que tendrá que trasladar a la organización las inquietudes y expectativas de sus compañeros. A su vez tiene que llevarles la palabra y la idiosincrasia del sindicato, con miras a orientarlos en la tarea común y con el interés de salvaguardar los derechos laborales vigentes, alentando a todos para que sumen sus esfuerzos a la organización y se dispongan a ser protagonistas solidarios en la acción gremial y sindical, tanto en su lugar de trabajo como fuera de él. No cualquier persona decide ser delegado sindical, ni acepta serlo. La experiencia indica que, a partir de diversas circunstancias, algunos trabajadores asumen conductas que los muestran o identifican como referentes de sus compañeros y ellos aprueban, aceptan o eligen ser delegados sindicales. Ser delegado no es un simple cargo o función que honra a la persona; no es un deber moral aceptarlo; es una responsabilidad que debe asumirse como un compromiso de conducta, una vocación persona, consintiendo ser el medio que utilizan quienes eligen (los compañeros) como vocero y líder para alcanzar los objetivos comunes. A ese compromiso hay que sumarle una cuota de interés personal para ocupar un mayor espacio de poder que facilite alcanzar los propósitos y objetivos que se representan, buscando un reconocimiento en la empresa y un lugar en la organización a la que se pertenece. El aprendizaje del delegado es solidario. La transmisión de experiencias por parte de sus compañeros es fundamental. No hay una escuela, en el sentido tradicional, que imparta los “saberes”. Entre las diversas tareas que tiene por desempeñar se hallan la de integrarse al sindicato, comprometerse de manera plena, y además capacitarse, teniendo en cuenta que podrá ser un futuro dirigente regional o nacional.